Cuestión de gente (III parte)

En los dos textos anteriores de cuestión de gente, he expuesto mi decepción y desilución sobre la gente. Pero en esta oportunidad me detendré en la última frase de la parte I "... a pesar de todo lo malo, vale la pena creer y querer a la gente".
Me detengo aquí, en esa mismísima frase, porque en estos últimos días he podido corroborar lo que siempre me habla el angelito que llevo en el hombro derecho. SI vale la pena creer en la gente, SI vale la pena querer a la gente.
Por ser criada bajo la religión católica, debo darle gracias a Dios por haber puesto en mi camino a gente maravillosa, y de la forma menos usual (al menos para mí), como lo es internet. Hace apenas minutos conversaba con una colega blogera, y le comentaba que haber descubierto este mundo ha sido muy bueno para mí, porque me ha permitido drenar muchas cosas. Pero lo más importante es que me ha hecho encontrar seres humanos mágicos, con los cuales nunca pensé llegar a entablar una relación de amistad.
Que bonito se siente tener al alguien que a pesar de no conocerte en persona, está pendiente de ti, te pregunta como estás, y se preocupa por tu tranquilidad. Que bonito es tener al alguien que "lea" tus problemas, y te diga que todo estará bien. Y lo más bonito es poder tú preocuparte por ellos. Que bonito sentí al llamar a alguien a quien considero muy especial, y percatarme que estaba totalmente emocionada de escucharme, así como yo a ella. Que bonito saber que contamos con alguien, a pesar de la distacia.

Con estas palabras solo quiero decir que me siento dichosa de tener a gente buena en mi vida, y de la llegada de 3 personas maravillosas como lo son Libe, Euchy y Lili. Chicas, de corazón las quiero muchísimo, y gracias a cada una por sus palabras. Tenerlas en mi vida es una bendición y no azar.
Eu: pronto nos veremos de nuevo; Libe: pronto nos conoceremos en persona; y Lili: de este año no pasa que nos conozcamos.
Les dejo cientos de besos y abrazos; y a la gente que no ha sido tan buena, también.