viernes, 25 de abril de 2008

CAIDA EN PICADA

Esta mañana me levanté como siempre, a las 6:00 a.m. y me preparé para irme a mi trabajo en una escuela pública, donde doy clases de inglés gracias a un programa que se encarga de difundir el idioma en instituciones educativas públicas y privadas. Hasta ahora he podido trabajar con los chamos a medias, porque el ausentismo en las aulas de clases es considerable.

Mi sorpresa el día de hoy, fue llegar a 20 para las 8:00 a.m. (hora de entrada) y encontrarme con que no habían casi niños porque la noche anterior había llovido. Cada aula tiene alrededor de 34 estudiantes. Son 12 salones en total. Uds. Saquen la cuenta del aproximado de muchachos.

El salón que más tenia era 3B, con 8. 2B no le fue NINGUNO (y son 32 inscritos).

¿Por qué les relato todo esto? Porque esta mañana me di cuenta de que la gran falla de nuestro sistema educativo no radica solamente en la mala administración, o en el ministerio, o el los maestros y directores. Gran parte de la culpa es de los padres y familias de estos niños que no los envían a clases. Cada vez que llueve, los niños no van. La excusa: “es que se mojan y les da gripe” o “es que estaban las calles muy mojadas y no podíamos pasar” o cualquier otro invento barato. Lo particular de esta mañana es que la lluvia ya había pasado, las calles ya se estaban secando y no había ninguna calle trancada en las cercanías. Además, el 95% de los estudiantes viven en la misma zona donde está la escuela. Ósea, se van caminando, o tienen transporte.

¿Cómo pretenden el gobierno, la sociedad y los padres y representantes que los niños aprendan algo, si no van a clases? ¿Cómo un niño puede “construir” el conocimiento, si solo asiste 2 o 3 veces por semana? Hay niños que incluso van una vez al mes. Hay otros que se desaparecen por 2 o 3 meses y luego los padres vuelven como si nada, diciendo que estaban de viaje, o que el chamito estaba enfermo, o X.

Cuando llega la hora de la evaluación final de proyecto, y el muchacho tiene todas las materias raspadas, vienen los padres a pelear que le TIENEN que pasar al hijo o hija (o hijos) porque ellos no pueden repetir el año; a lo que las maestras responden muy serenamente que si el niño no viene a clases, no aprende, y sino aprende, no pasa. Y esto tiene una fundamentación muy simple pero pesada: si se avanza al estudiante de grado, sin que este haya adquirido el conocimiento mínimo, se le está condenando a que falle. Es decir, de igual manera, en algún punto, se queda.

Peeeeeero, nuestro genial gobierno, pensando en la inclusión, ha decidido que todos los niños deben ser aprobados.

Imagínense ese peo… niños que llegan a adolescentes sin saber lo básico (ni siquiera leer bien) y son graduados como bachilleres, y aceptados en la Universidad. Futuros profesionales: médico, ingenieros, administradores, MAESTROS, PRESIDENTES.

¡Dios! No me quiero imaginar lo que nos viene en unos años. Y no solo hay que pensar en la parte académica. Sino en la parte ética y moral. ¿Qué clase de responsabilidad y compromiso se le está enseñando a un niño al cual no se le muestra la importancia de asistir constantemente a clases y cumplir con sus tareas? ¿Se imaginan como van a ser cuando estén “trabajando” o criando a sus hijos?

Yo solo dejo esto a reflexión de uds.

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