Los domingos solían ser el día más esperado de la semana. Era el día de estar en familia, almorzar delicioso con una buena botella de vino, y por supuesto descansar.
Ahora los domingos son días para comer lo que hay en la nevera, tal vez tomar una cerveza y recordar.
Los recuerdos no son agradables, se convierten en duras críticas a lo que he hecho en el pasado. Y esos recuerdos se quedan allí, atormentándome, haciéndome sentir miserable.
Intento sonreír pero no logro hacerlo. Simplemente no lo siento.
No se si su compañía cambiaría algo, ya que fue por sus palabras que empecé a sentirme así, otra vez.
No me gustan los domingos. Quisiera dormirlos completos, pero casualmente es el día que menos puedo dormir.
Me pregunto cuantos domingos más quedan así como el de hoy.
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